Este artículo escrito por Eduardo Zegarra, uno de los más importantes epecialistas en temas agrarios en nuestro país, nos advierte que "es altamente probable que en los próximos diez años asistamos al colapso del acuífero de Ica-Villacurí" con las graves conbsecuencias que ello significa para la agricultura en la costa sur de nuestro país.
La cuestión de la tierra ha sido un tema clásico de la
literatura en economía agraria y del desarrollo. La discusión sobre la
apropiación y distribución de la tierra para producir alimentos ha sido un
asunto crucial de la ciencia económica desde los primeros economistas llamados
“fisiócratas”, quienes planteaban que toda riqueza provenía exclusivamente de
la tierra (Adam Smith ampliaría ésta al trabajo, y luego los neoclásicos al
capital). Cabe decir que la ciencia económica moderna nació en Europa, que tiene
en su mayoría una agricultura de secano (lluvia), con la excepción de algunas
zonas más áridas hacia el Mediterráneo donde el riego es importante (como en
España). Lo que ocurre es que en las zonas donde la agricultura es básicamente
bajo riego como la costa peruana, el recurso crucial para la producción pasa a
ser el agua, más aún cuando la fuente de ésta es subterránea, como es el caso
de valle de Ica, centro del boom agroexportador del Perú en las últimas dos
décadas.
La cuestión del agua en el valle de Ica es un tema central para el país, ya que estamos hablando de un territorio en el que se despliegan importantes actividades económicas y sociales que dependen crucialmente del agua subterránea. Ica se encuentra encima del acuífero más importante del país, que históricamente ha sustentado el desarrollo de esta región. Hoy, a dos décadas de iniciado un nuevo ciclo de expansión exportadora (Ica tuvo otros en el pasado basados en el algodón en buena parte del siglo XX), hay crecientes indicios de que el actual ciclo de agroexportación no es sostenible ambientalmente, es decir, que las grandes empresas agroexportadoras están sobreexplotando el acuífero en forma vertiginosa, poniendo en riesgo el futuro de todo un territorio hidrosocial, como lo llaman acertadamente un grupo de investigadores de la Universidad Católica.
Fui invitado a la presentación de un reciente estudio realizado por una entidad europea para evaluar la sostenibilidad de la extracción del agua por parte del sector agroexportador en Ica El estudio aún no se publica por lo que no lo citaré aquí, pero lo que escuchamos y vimos es sumamente preocupante. Las tasas de extracción de agua subterránea ya habían superado el límite de extracción sostenible en los primeros años del boom agroexportador en los 2000s, y ya en 2009-2010 la autoridad de aguas declaró una veda para nuevos derechos de agua subterránea la cual no tuvo mayor efecto en controlar el problema. El estudio que comentamos había hecho una primera evaluación en ese momento y ya levantaba alarmas sobre el futuro de seguir haciendo lo mismo. Más de una década después, el mismo equipo encuentra que la situación ha empeorado, y las perspectivas son muy complicadas para la presente década. En pocas palabras, se plantea que es altamente probable que en los próximos diez años asistamos al colapso del acuífero de Ica-Villacurí, donde ya no será posible utilizar el agua subterránea a costo razonable, e Ica perdería su principal (y casi única) fuente de agua para vivir, producir y prosperar.
En este artículo no
voy a entrar en detalles técnicos sobre este tema, pero sí quisiera plantear el
asunto de fondo sobre el cual tanto las autoridades como las propias empresas
agroexportadoras parecerán no querer aceptar en su real y preocupante magnitud.
Lo principal es entender al agua en la cuenca donde se ubica el valle de Ica
como un sistema hidrológico (y social) complejo y con interdependencias entre
el agua superficial y subterránea. El agua del sistema es generada en la parte
alta (Huancavelica) por las lluvias anuales (ya el aporte de nevados casi ha
desaparecido). Esta agua de lluvia es usada de manera marginal por las
comunidades altoandinas, pero básicamente fluye hacia la costa a través de los
afluentes del río Ica, y una parte importante se infiltra para recargar el
acuífero de Ica-Villacurí. La cifra oficial de recarga anual es aproximadamente
250 millones de metros cúbicos por año. Si la extracción de agua del acuífero
supera dicha cifra, se empieza a hacer un uso no sostenible de éste, y la
profundidad de la llamada napa freática aumenta. La propia autoridad de aguas
(ANA) reconoce que esta profundidad ha ido aumentando de manera sistemática en
las últimas décadas, aunque no logra generar una serie de tiempo razonable y
consistente que es crucial para entender la velocidad del problema. Al
respecto, el estudio que les menciono sí presenta en un solo gráfico esta
evolución que pueden ver a continuación.
Se trata de un conjunto de pozos de observación de ANA con datos entre 1997 y 2022 y la reducción de la profundidad es general y con una tendencia a acelerarse en la última década. Este dato es fundamental y nos dice con claridad que el problema de la sobre-explotación del acuífero de Ica-Villacurí se ha ido agravando cada año, con una tendencia que nos lleva probablemente a un colapso sistémico en los siguientes 10 años. El propio gráfico señala el caso de algunos pozos que ya no sirven por problemas de salinización.
Pero en adición a esta información clave para entender lo que está pasando con el acuífero de Ica-Villacurí a vista y paciencia de autoridades que hacen la vista gorda, el otro dato importante es el de la magnitud. Es decir, ¿de qué tamaño es la sobreexplotación del acuífero?. El estudio se basa en diversas fuentes y modelaciones para plantear un nivel de sobreexplotación de entre 107 y 297 millones de metros cúbicos al año 2020, y con tendencia a incrementarse en la próxima década. Esto quiere decir que en 2020 se extrajo entre un 40 y 113% más que la explotación sostenible, indicando que la fuerte tendencia de declive de la napa freática se viene dando hace rato sobre un nivel largamente insostenible de explotación del acuífero. Entonces, no es nada alarmista decir que, de seguir estas tendencias en la próxima década, el acuífero de Ica-Villacurí puede entrar en un colapso definitivo, convirtiendo lo que algunos han llamado un milagro económico en una pesadilla ambiental de terribles consecuencias económicas y sociales.
La posibilidad del colapso no es baja. Por ejemplo, si vemos
el crecimiento exportador de Ica en el siguiente gráfico.
Evolución de exportaciones del valle de Ica 2000-2019
Fuente: SUNAT. Elaboración propia
Soy de los que piensa que sí es posible generar desarrollo económico y social en base a procesos de acumulación capitalista pero que estén adecuadamente regulados por el Estado y la sociedad para que se desplieguen respetando límites físicos y sociales fundamentales. En mi opinión este no es el caso del valle de Ica, y el crecimiento desbocado y fuera de control del sector agroexportador corporativo en este territorio se ha convertido ya en la mayor amenaza para un futuro posible y viable para cientos de miles de iqueños de todas las edades. Ojalá me equivoque, aunque creo que no hay dudas en términos de lo mucho que está en juego para nuestra sociedad si no somos capaces de discutir y actuar sobre esta bomba de tiempo.
Soy de los que piensa que sí es posible generar desarrollo económico y social en base a procesos de acumulación capitalista pero que estén adecuadamente regulados por el Estado y la sociedad para que se desplieguen respetando límites físicos y sociales fundamentales. En mi opinión este no es el caso del valle de Ica, y el crecimiento desbocado y fuera de control del sector agroexportador corporativo en este territorio se ha convertido ya en la mayor amenaza para un futuro posible y viable para cientos de miles de iqueños de todas las edades. Ojalá me equivoque, aunque creo que no hay dudas en términos de lo mucho que está en juego para nuestra sociedad si no somos capaces de discutir y actuar sobre esta bomba de tiempo.
Situación y Perspectiva Agropecuaria
Año 2, N° 12
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