jueves, 12 de enero de 2023

Una muy grave sequía golpea a la agricultura peruana. Eduardo Zegarra 12.01.2022

La actual campaña agrícola se inició en agosto del 2022 en medio de una crisis por la exponencial subida de precios de fertilizantes, combustibles y otros insumos agropecuarios. Ya con este panorama complicado, vino a sumarse un factor aún más problemático: el impacto de una grave sequía en la sierra peruana en los cuatro primeros meses de la campaña. Sin lluvias y con los precios de los insumos por los cielos, nuestros agricultores están enfrentando una situación de mucho cuidado, con efectos y posibles consecuencias aún difíciles de predecir.

¿Dónde ha sido más intensa la sequía?

La sequía ha impactado fuertemente a extensas zonas de la sierra peruana. Según un reporte del SENAMHI la intensidad en términos del "Índice de Sequía" a tres meses medido para setiembre-noviembre del 2022 se puede observar en el siguiente mapa.

En los puntos de mayor intensidad de color rojo la sequía ha sido extrema. Se observan impactos fuertes en Puno, Cusco, Junín y sierra de Lima, Cajamarca y sierra de La Libertad, así como en algunas provincias de Ayacucho, Apurímac y Huancavelica. La extensión y gravedad de la sequía ha sido casi generalizada para la agricultura de la sierra peruana. Esto también impacta en menor disponibilidad de agua para la costa, en la medida que los principales reservorios costeños se alimentan de las lluvias de la sierra entre agosto y diciembre.

Para tener una mejor idea de lo extremo de la sequía se pueden ver las lluvias acumuladas desde agosto (los datos llegan hasta enero 2023) en algunas estaciones de SENAMHI de Puno, Cusco, Junín y Cajamarca (y su comparación con la distribución histórica) como se puede ver a continuación.

En todos los casos la precipitación acumulada está en el mínimo histórico (o incluso por debajo), un claro indicador de que la sequía ha sido devastadora en la sierra peruana.

¿Qué impactos tendrá la sequía en la producción e ingresos agrarios?
 
A la fecha no contamos con una evaluación de MIDAGRI o alguna otra institución pública sobre los posibles efectos de la sequía en la producción e ingresos agrarios. Los datos de avances de siembre del MIDAGRI (hasta octubre 2022) indican que ha habido una importante contracción en la siembra de cultivos transitorios en 14% como se puede ver en el gráfico.


Las caídas de siembras han sido más intensas en el sur (-23%) y en el norte (-17%). La magnitud de esta reducción en las siembras de esta campaña es ya de por sí un indicador de que la producción agraria de este año 2023 será significativamente menor que la del 2022. Si a esto se suman los efectos negativos de la sequía, falta de fertilizantes y de crédito en los rendimientos, el pronóstico es muy preocupante. Se nos viene un año extremadamente difícil en términos de empobrecimiento agrario y subida de precios para los alimentos que produce la agricultura familiar para el mercado interno.

¿Qué se puede (debe) hacer?

Como ya es de conocimiento público, el gobierno del expresidente Castillo tuvo serios problemas para articular alguna política razonable en favor del agro peruano. Y no hay mucha esperanza que el gobierno de Boluarte pueda hacer algo diferente. Ya con ocho ministros de agricultura en año y medio, la situación puede considerarse como caótica, luego del estrepitoso fracaso en la pretendida compra de urea. Las declaratorias de emergencia de algunas regiones (sin presupuesto adicional) o el "bono sequía" (aun en estudio), no son parte de una estrategia más amplia y contundente para enfrentar la magnitud de esta crisis.

Dada la gravedad de la sequía y el contexto de crisis previa de nuestra agricultura es urgente se tomen decisiones sobre qué hacer para aliviar el impacto en los agricultores y consumidores peruanos. Al respecto, es imprescindible se haga una evaluación rápida pero exhaustiva de los efectos de la sequía en la oferta de alimentos y en los ingresos de los agricultores. Sin esta evaluación es muy difícil generar medidas eficaces. En segundo término, se deben considerar medidas amplias de reactivación agraria y rural que vayan no sólo por el lado de entrega de bonos o declaratorias de emergencias simbólicas, sino también por un impulso masivo de programas de empleo temporal, y de inversiones locales de impacto productivo inmediato (pequeñas obras de irrigación). También debe evaluarse la extensión de crédito barato para medio millón de pequeños productores familiares (utilizando el fondo inactivo del FAE-AGRO de 2,000 millones de soles).

La oferta agrícola va a estar muy deprimida este año, y se deben evitar dos procesos muy complicados: (i) una severa caída en ingresos agrarios (y aumento de pobreza rural); (ii) una renovada inflación de alimentos de origen nacional que impacto en los pobres urbanos. No es la primera vez que enfrentamos una severa sequía en el país, pero parece que no nos hemos preparado ni aprendido mucho. Ojalá que el gobierno nacional, los regionales y locales asuman en serio el reto de enfrentar una crisis que puede convertirse en catástrofe humanitaria de no actuar a tiempo.
 

Algunos enlaces relacionados al tema en medios peruanos e internacionales

Simposio sobre camélidos sudamericanos en Huancayo

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